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              La palabra 
              entusiasmo proviene del Griego y significa tener un Dios dentro de 
              sí. 
 La persona entusiasta o entusiasmada es aquella que es tomada por 
              uno de los dioses, guiada por su fuerza y sabiduría, y por ese 
              motivo podría transformar la naturaleza que lo rodea y hacer que 
              ocurrieran cosas.
 
 Sólo las personas entusiastas son capaces de vencer los desafíos 
              de lo cotidiano. Es necesario por lo tanto entusiasmarse para 
              resolver los problemas que se presentan y pasar a una nueva 
              situación.
 
 El entusiasmo no es una cualidad que se construye o que se 
              desarrolla. Es un estado de fe, de afirmación de sí mismo.
 
 La persona entusiasta es aquella que cree en su capacidad de 
              transformar las cosas, cree en si misma, cree en los demás, cree 
              en la fuerza que tiene para transformar el mundo y su propia 
              realidad. Está impulsada a actuar en el mundo, a transformarlo, 
              movida por la fuerza y la certeza en sus acciones.
 
 Es necesario creer en uno mismo, en la capacidad de hacer, de 
              transformarse y transformar la realidad que nos rodea.
 
              Dejar de un 
              lado toda la negatividad, dejar de un lado todo el escepticismo, 
              dejar de ser incrédulo y ser entusiasta con la vida, con quienes 
              nos rodean y con uno mismo.  |